¿Quién inventó y de dónde viene el chicle natural?
El mundo de los chicles, con su mezcla de sabores y colores, es un símbolo icónico de la industria alimentaria. Pero, ¿alguna vez te has preguntado de dónde proviene el chicle? El árbol Manilkara zapota, también conocido como chicozapote, es la respuesta a esta pregunta. Este árbol tropical tiene una estrecha relación con la producción de chicle natural, ya que su látex, que se extrae de su corteza, ha sido un componente clave en la fabricación de chicle durante siglos.
¿Cómo se hacen los chicles comerciales?
La historia de la goma de mascar
El chicle es una goma natural que proviene de la savia lechosa de esta especie. Para obtenerla, se realizan cortes en la corteza, lo que permite que la savia blanca fluya y se recolecte en recipientes. Posteriormente, esta savia se somete a un proceso de purificación y refinamiento para convertirla en una sustancia viscosa que sirve como materia prima en la fabricación de chicles de mascar.
La práctica de extraer chicle de este árbol tiene una larga historia en América Central y América del Sur. Antes de la llegada de los europeos, las culturas indígenas, como los antiguos mayas y los aztecas, ya lo utilizaban como una especie de goma de mascar. Lo masticaban para disfrutar de su sabor dulce y refrescante, además de para ayudar en la limpieza de los dientes.
A lo largo del siglo XIX, el chicle se convirtió en un producto de consumo global. A medida que la demanda creció, se generó la necesidad de encontrar fuentes sostenibles de chicle. Esto dio lugar al desarrollo de sustitutos sintéticos, ya que la producción de chicle natural no podía satisfacer la creciente demanda.
Los chicles comerciales modernos, en su mayoría, han optado por utilizar estos sustitutos, que son más fáciles de producir en masa, ofreciendo una consistencia tanto en textura como en sabor. A pesar de esto, el chicle natural sigue siendo valorado por su sabor distintivo y su herencia histórica.
La sobreexplotación del árbol chiclero para la producción comercial ha llevado a la necesidad de implementar prácticas de manejo sostenible para preservar la especie. En algunas regiones, se han establecido regulaciones y programas de conservación para proteger los bosques de chicozapote y garantizar su supervivencia, manteniendo así su legado vivo en nuestro mundo.